El pasado 10 de octubre tuvo lugar en Deusto Business School Madrid un coloquio-debate sobre “La Vida de 100 Años”, el libro escrito por los economistas de la London Business School Lynda Gratton y Andrew Scott y ganador del premio KnowSquare al mejor libro de empresa 2017. La obra analiza los efectos que tendrá la longevidad en nuestra forma de trabajar, vivir, planificar el ahorro financiero, cuidar nuestra salud y, en definitiva, a la hora de afrontar el futuro.
En el acto participaron el presidente de Abante, Santiago Satrústegui, el reputado experto en pensiones, José Antonio Herce, la presidenta de la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (Unespa), Pilar de Frutos, y la directora de la Fundación Edad & Vida, Mª José Abraham.
Todos ellos protagonizaron un debate interdisciplinar sobre las implicaciones personales, profesionales o financieras, entre otras, que conlleva el tener una vida más larga. El coloquio estuvo moderado por el socio director de Verssus, Carlos Calleja (traductor al español del libro), y el director de Deusto Business School Madrid, Iñaki Ortega.
Reflexiones en torno al libro
Los avances tecnológicos están haciendo que, en los países ricos, cada año aumente en unos meses la esperanza de vida. En este siglo, cada vez será menos extraño alcanzar los cien años de edad. “Esto tendrá implicaciones importantes para nuestra economía, nuestro sistema laboral y nuestra manera de concebir las distintas etapas de la vida”, explicaba Carlos Calleja.
Por su parte, José Antonio Herce abría el debate con una reflexión provocadora. La edad de jubilación a los 65 años se fijó a principios del siglo XX. Con la esperanza de vida actual, esa edad equivaldría a unos 91 años. “Nos estamos perdiendo el dividendo de la longevidad porque los años que añadimos a la vida no están en la edad laboral”, destacó en su intervención. “No estamos siendo solidarios con nuestros nietos, que tendrán que pagar la deuda que van a dejar nuestras pensiones”.
Asimismo, Herce destacaba que cuando se inventó la Seguridad Social (1900), la edad de jubilación se marcó en 65 años y la esperanza de vida era 40 años. «Ahora la edad sigue siendo la misma pero la esperanza de vida es 86 años. No tiene sentido», decía en su intervención.
Santiago Satrústegui ponía sobre la mesa que lo mejor que le podría pasar actualmente a la sociedad es fomentar la posibilidad de compatibilizar la pensión con la cotización, es decir, estar jubilado y seguir trabajando y, por tanto, cotizando.
Por su parte, el moderador, Iñaki Ortega, director de la Deusto Business School, recordaba las palabras de la Ministra de Trabajo semanas atrás aludiendo a las diferencias en la esperanza de vida en función de la clase social.
La salud, crucial en la longevidad
María José Abraham habló sobre la importancia de planificar el futuro, cuidar nuestra salud y exigir recursos sanitarios mejores y mejor gestionados. “Hay que distinguir entre curar y cuidar; la sanidad española no hace esa distinción y, por eso, se pierde mucho dinero”, explicó en su intervención.
Asimismo, Abraham quiso poner de manifiesto que la Administración no facilita los servicios suficientes planificación financiera, salud… y hay que tener en cuenta que cuando entras en un proceso de deterioro, hay que buscar los medios adecuados. Por eso hay que concienciar a la gente de que como vamos a vivir mas y queremos vivir mejor, con más calidad de vida, hay que tomar acciones desde la juventud y planificar, no sólo la parte económica, sino también la salud
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